Fraudes

Día domingo, caminando por el oscuro barrio Yungay. Mirando sus murales que actualizan los muros sempiternos. Sintiendo un leve dolor en la vagina, esperando que, como muchas otras cosas, no sea nada
Es más sencillo siempre enamorarse del humo, de las ilusiones. Seguir mirándose al espejo. Al llegar a fin de mes, las promesas no se cumplen, sin embargo, por qué enojarse.
Día viernes, despertando mal. No pudiendo dormir junto a las culpas, los crímenes, las armas totalmente cargadas. Vivir en la oscuridad, vivir durante media hora, lo suficiente para aparecer y hablar.
La verdad llega incluso si cierras la puerta. La oscuridad, una nueva trama de mentiras.
Llega la noche del viernes, y dices que al final no queda nada salvo salir. Enfrentarte a un violador del que no tienes pruebas, solo sospechas. Querer hablar mucho más con la M, pero sentir demasiado sueño. Aún así decir lo importante, decir «amiga, me metí voluntariamente en un problema».

Llega el sábado y soy persona. Me sostengo vitalmente en mi chat virtual con c. Vamos hablando aleatoriamente de temas, y a veces, caemos en la profundidad.

Llega la noche del sábado, entro al teatro, me dejo perder en lo hermoso y complejo. Este es el pasado. Hacer otra trama de lo ya vivido, porque el pasado será el futuro solo si vuelves, y sigo mirando adelante.
La culpa es de los viajes baratos de Didi. La culpa es de las botillerías abiertas. La culpa es de la solidaridad de quien tiene más y te conoce. Qué ganas de haberle dicho P, no sabía que tu mamá se intentó suicidar, y que  ganas de haber sabido.

Por último llega el domingo. Amaneces agitada, con el corazón loco. Evitas miradas y sales. Eres la copilota de quien apenas durmió y no ha comido, pero tiene toda la seguridad del mundo. Las cosas malas no le pasan a él. Nunca nada pelea con él. Y él tiene todas las ganas del mundo.